En la agonía de mi voz esos besos parlantes suenan a ecos y tu voz tan calma y desnuda se apropia demasiado pronto cuando oscurece en la habitación.
Hasta donde lleguen mis oídos he de escucharte no sin antes ponerse de pie.
Alianza manuscrita precede a la sentencia. Perder la forma en el extremo condensando esa sonrisa aguerrida.
Muerdo y grita más que nunca. Resbala en su pecho el alma entreabierta, salida y desanudada.
Hasta dónde puede llegar ese antojo profundo y sin culpa. Nos roza el tiempo con su inmediatez de lo impudico, nos une la esquizofrenia fuerte del corazón absurdo.
Ese algo que tira vaya uno a saber porque. Desviste la sospecha. Podría ser un escrito tuyo o mío y viceversa.
F.K.